Notas al paso IV
Aquí otro escrito interesante. Javier Megías, a quien no conozco
ni él tiene el placer de conocerme a mí;
habla desde un punto de vista muy interesante que yo llamo
marquetería, lo saco de la palabra marco y enmarcar.
Él habla al empresario, y cada uno es empresario de su vida también,
por ello creo que es bueno leerlo, sobretodo lo de seguir al líder.
Muy interesante.
NO intentes ser mejor, esfuérzate
por ser diferente
Nos
han enseñado muy mal. Desde niños han tratado de empujarnos a ser los mejores, a compararnos con el líder e intentar superarlo.
Esas enseñanzas nos acompañan toda la vida, e impregnan nuestra forma de
entender el mundo o nuestro sitio en él, ya sea en la esfera de los negocios o
en la personal. Siempre intentando ser mejores.
Y
eso per se es bueno, intentar mejorar es algo muy positivo que nos ayuda a
sacar lo mejor de nosotros mismos y esforzarnos día a día en crecer. Pero el
problema es que habitualmente no
nos utilizamos como referencia a nosotros mismos, sino al líder.
En el plano personal intentamos ser mejores y parecernos al más fuerte,
al más guapo o al más popular… e inevitablemente eso acaba conduciéndonos a
reproducir los mismos comportamientos en nuestra vida empresarial.
Porque
medimos el progreso de nuestra empresa en función de lo lejos o cerca que
estamos del líder de nuestro mercado, obsesionados
por todos y cada uno de los movimientos
que él hace. Si saca una nueva línea de producto, y tiene buena acogida en el
mercado, nosotros hacemos lo propio… pero intentando hacerlo “mejor”.
Nuestro
producto siempre lava “más”
blanco, es “mejor”,
tiene “más”
funcionalidades o es “más”
barato: más y mejor. El problema es que esos insidiosos adverbios son los que
inadvertidamente nos están llevando
lentamente al desastre, y perpetuando nuestro papel de “seguidores”.
El reaccionar ante lo que hace el líder del segmento no sólo nos hace llegar al
mercado con meses de retraso sino que nos empuja a introducir artificialmente
mejoras que justifiquen que hagamos más de lo mismo… sin pararnos a pensar si
el cliente realmente necesita dichas mejoras. Y claro, los resultados suelen
ser pobres.
Esta
forma de entender la vida era aceptable
hace unos años, en los que el principal
problema de las empresas era satisfacer la demanda y donde prácticamente daba
igual lo que produjeras, los clientes lo compraban… pero los buenos viejos
tiempos acabaron.
Y hoy en día esa
manera de competir es la forma más rápida y segura de acabar en el cementerio
de los elefantes
Así
que olvidemos a
nuestra competencia. Dejemos de lado el
benchmarking, esa forma tan elegante de copiar lo que hacen los líderes del
segmento, y busquemos nuestra propia voz. Eso implica una vuelta a los
orígenes, a recordar lo que
a NOSOTROS se nos da bien. ¿Qué sentido tiene intentar ser más fuertes que el
líder de la clase si lo que a nosotros se nos da bien son las matemáticas?.
Debemos
dar un paso
atrás, y buscar aquello que hace diferente a nuestra empresa,
no lo que hacemos igual que las demás… y potenciarlo. Dejar de utilizar como
norte de nuestra brújula al líder del segmento, y centrarnos en lo más importante de nuestro modelo de negocio: el
cliente. Por que es él quien tiene la respuestas, no la
competencia.
(Artículo originalmente publicado en VLCNews)
He aquí todas las imágenes que van en el original
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