domingo, 14 de diciembre de 2014

Notas al paso IV

Aquí otro escrito interesante. Javier Megías, a quien no conozco
ni  él tiene el placer de conocerme a mí; 
habla desde un punto de vista muy interesante que yo llamo 
marquetería, lo saco de la palabra marco y enmarcar.
Él habla al empresario, y cada uno es empresario de su vida también,
por ello creo que es bueno leerlo, sobretodo lo de seguir al líder.
Muy interesante.

 NO intentes ser mejor, esfuérzate por ser diferente
Nos han enseñado muy mal. Desde niños han tratado de empujarnos a ser los mejores, a compararnos con el líder e intentar superarlo. Esas enseñanzas nos acompañan toda la vida, e impregnan nuestra forma de entender el mundo o nuestro sitio en él, ya sea en la esfera de los negocios o en la personal. Siempre intentando ser mejores.
Y eso per se es bueno, intentar mejorar es algo muy positivo que nos ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos y esforzarnos día a día en crecer. Pero el problema es que habitualmente no nos utilizamos como referencia a nosotros mismos, sino al líder. En el plano personal intentamos ser mejores  y parecernos al más fuerte, al más guapo o al más popular… e inevitablemente eso acaba conduciéndonos a reproducir los mismos comportamientos en nuestra vida empresarial.
Porque medimos el progreso de nuestra empresa en función de lo lejos o cerca que estamos del líder de nuestro mercado, obsesionados por todos y cada uno de los movimientos que él hace. Si saca una nueva línea de producto, y tiene buena acogida en el mercado, nosotros hacemos lo propio… pero intentando hacerlo “mejor”.
Nuestro producto siempre lava “más” blanco, es “mejor”, tiene “más” funcionalidades o es “más” barato: más y mejor. El problema es que esos insidiosos adverbios son los que inadvertidamente nos están llevando lentamente al desastre, y perpetuando nuestro papel de “seguidores”. El reaccionar ante lo que hace el líder del segmento no sólo nos hace llegar al mercado con meses de retraso sino que nos empuja a introducir artificialmente mejoras que justifiquen que hagamos más de lo mismo… sin pararnos a pensar si el cliente realmente necesita dichas mejoras. Y claro, los resultados suelen ser pobres.
Esta forma de entender la vida era aceptable hace unos años, en los que el principal problema de las empresas era satisfacer la demanda y donde prácticamente daba igual lo que produjeras, los clientes lo compraban… pero los buenos viejos tiempos acabaron.
Y hoy en día esa manera de competir es la forma más rápida y segura de acabar en el cementerio de los elefantes
Así que olvidemos a nuestra competencia. Dejemos de lado el benchmarking, esa forma tan elegante de copiar lo que hacen los líderes del segmento, y busquemos nuestra propia voz. Eso implica una vuelta a los orígenes, a recordar lo que a NOSOTROS se nos da bien. ¿Qué sentido tiene intentar ser más fuertes que el líder de la clase si lo que a nosotros se nos da bien son las matemáticas?.
Debemos dar un paso atrás, y buscar aquello que hace diferente a nuestra empresa, no lo que hacemos igual que las demás… y potenciarlo. Dejar de utilizar como norte de nuestra brújula al líder del segmento, y centrarnos en lo más importante de nuestro modelo de negocio: el cliente. Por que es él quien tiene la respuestas, no la competencia.
(Artículo originalmente publicado en VLCNews)

He aquí todas las imágenes que van en el original





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